Las ocho décadas de historia del Club Aéreo de San Antonio

Institución cumple hoy 80 años. Uno de los hechos más recordados ocurrió en 1965, cuando los pilotos llevaron los aviones hasta la calle Centenario, donde causaron sensación entre los sanantoninos.

Exactamente hoy el Club Aéreo de San Antonio cumple 80 años de existencia, momento ideal para apelar a la nostalgia y recordar hechos que han marcado la historia de esta entidad que tiene sus instalaciones en el Aeródromo de Santo Domingo.

«El 8 de mayo de 1943 se juntaron algunos vecinos, dueños de fundos y gente de alrededores con el objetivo de conformar un club aéreo, considerando que muchas ciudades estaban conformando clubes aéreos con la intención de poder formar pilotos que pudieran cooperar como pilotos de reserva en la Fuerza Aérea de Chile. En esos años estaba en pleno apogeo la Segunda Guerra Mundial y eso conllevó a que hubiera como un auge de patriotismo», cuenta Darwin Iglesias Díaz, actual presidente del organismo.

¿Por qué el aeródromo se ubica en Santo Domingo y no es San Antonio?
Uno de los socios, don Demetrio Chacón, era dueño de este terreno que tiene forma de cruz, lo que en un principio daba la posibilidad de tener dos pistas. Al final no se dio la condición de hacer las dos y se hizo una inicialmente, pero viene una particularidad y es que como se estaba produciendo el tema de la Segunda Guerra Mundial, don Demetrio decidió donarle los terrenos a la Fuerza Aérea. Se firmó una escritura de compra- venta por una cifra muy baja. Después la Fuerza Aérea le cedió estos terrenos a la Dirección de Aeronáutica, con la intención de que ellos pudieran conformar un aeródromo más establecido, con mayor tecnología y comunicaciones aéreas, y una estación meteorológica.

¿Qué avances han logrado en estos 80 años?
Hoy en día como es un terreno fiscal, tenemos la concesión de la Dirección de Aeronáutica. Contamos con instrumentos muy similares a los que tiene el aeropuerto Arturo Merino Benítez (Santiago) y permite a toda la aviación menor poder hacer prácticas de instrumentos, que es parte del curso que tienen que realizar, junto con otras habilidades que van adquiriendo, sacar licencia comercial, hacer cursos en la 320, que es el avión más básico donde comienzan los pilotos nuevos que después postulan a líneas aéreas comerciales. Actualmente el Club Aéreo tiene cuatro aviones, tres de propiedad del club y uno de un socio, pero que ante la Dirección Aeronáutica está inscrito como del club y puede ser explotado para instrucción básica. Otros dos son para instrucción un poco más avanzada, uno de ellos está habilitado para volar por instrumentos. Tenemos además algunos pilotos de instrumentos que practican usualmente, porque la Dirección de Aeronáutica exige que cada seis meses el piloto debe tener una cierta cantidad de aproximaciones para revalidar su licencia.

Ustedes también realizan los tradicionales Vuelos Populares. ¿Se sigue interesando la gente en este evento?
El 2022 sucedió un hecho muy particular, porque nosotros habíamos organizado vuelos populares una vez al año, incluso en alguna ocasión se hicieron dos veces al año, pero por la pandemia se suspendieron. El año pasado se pensó para que la gente pudiera venir a participar con nosotros, pero el Club Aéreo Curacautín sufrió un ataque terrorista, porque no fue algo casual y les incendiaron un hangar con tres aviones, dos de particulares y uno del club. Considerando esa situación nos juntamos con el Club Aéreo Melipilla y organizamos vuelos populares con la intención de ayudarlos. Tuvimos la ayuda de muchos clubes aéreos, entre ellos de Rancagua, Curacaví y principalmente el de Los Andes, que se cuadró y mandaron tres aviones. Lo hicimos tres días seguidos y sacamos casi a 950 personas a volar. Hicimos muchos vuelos, no tuvimos ningún incidente, todo salió muy bien y nos permitió entregarle al Club de Curacautín 5 millones y medio de pesos.


Una vida al club

Jorge Ponce Gómez es piloto desde los 17 años y es el socio más antiguo del Club Aéreo San Antonio, el que sigue integrando a sus 84 años.

¿Qué lo motivó a integrar el Club Aéreo?
-Porque me gustaba la aviación y hubo un concurso para optar a una media beca para hacer el curso de piloto. Mi papá pagó la otra parte, costó que me diera la autorización porque yo tenía un poco más de 16 años, entonces no tenía la edad hasta que me autorizó la Dirección de Aeronáutica y pude empezar a volar. Llevo 66 años en el Club Aéreo, toda una vida. Hice algunas cosas en la Fuerza Aérea, pero siempre en el club y soy el único que sabe la historia, conocí a presidentes antiguos y ocupé diferentes cargos. Fui secretario, tesorero, hasta presidente. Feliz de lo que he hecho en la vida por la aviación.

¿Siempre quiso ser piloto?
Sí, siempre soñé con volar. A los 17 años ya era piloto. Cuando chico miraba cuando pasaba de vez en cuando un avión y en alguna ocasión me habían comprado un avioncito de baquelita. Cuando fui a un congreso eucarístico el año 50 a Pichilemu habían aterrizado unos aviones y pude verlos desde cerca, me gustaron y creció el sueño que se concretó en el tiempo, de por ahí viene la cosa.

Y cumplió su sueño…
De todas maneras, he volado harto, estuve en la Fuerza Aérea también. Soy capitán de bandada de reserva de la Fuerza Aérea, siempre ligado al club.

Es una buena oportunidad que este lugar esté dentro de la provincia…
Sí, y hay algunos que vienen desde Santiago a volar aquí, se les dan todas las condiciones y los más viejos aportamos con la experiencia también, sobre todo inculcándoles lo que es la seguridad en el vuelo porque es la que nos permite seguir volando y mantener los aviones por muchos años. Hay aviones que son del sesenta y tanto, justamente por las mantenciones que nos exigen y que nos exigimos nosotros mismos.


Aviones en centenario

Lo que ahora puede parecer una verdadera locura, en octubre de 1965 los pilotos y socios del Club Aéreo de San Antonio lo hicieron sin pensarlo mucho, al llevar sus aviones al centro histórico de la comuna para promocionar a la agrupación.

«Entre los años 63 y 64 no había muchos medios de comunicación en San Antonio, sólo estaba el diario Orientación y la radio Sargento Aldea, entonces en una reunión del club uno de los socios dijo ‘nadie conoce el Club Aéreo de San Antonio, ¿cómo lo podemos dar a conocer?’ Y después propuso llevar los aviones a San Antonio. Empezamos a madurar la idea, a buscar los terrenos donde aterrizar y cómo llegar a Centenario», recuerda Jorge Ponce.

¿Cómo concretaron esta idea tan arriesgada para la época?
-Buscamos un terreno en el cruce de Malvilla. Aterrizaron los pilotos con más experiencia que eran Raúl Martínez O’Ryan, Enrique Paschold Reichenbach y Sergio Bravo Espinoza, yo venía atrás en la cola porque era más nuevo. Trajimos los aviones desde el Cruce de Malvilla por tierra y bajamos hasta llegar a Centenario. Los que teníamos menos horas de vuelo íbamos caminando al lado para cuidar las alas de los aviones. Frente a la iglesia (Parroquia de San Antonio), más o menos, tuvimos un inconveniente, porque había dos postes y pasaba un ala y no la otra. Pedimos ayuda en una ferretería y nos prestaron una lata de zinc, en esa pusimos las ruedas, un poco de grasa y un ala primero, después deslizamos el avión y pudimos pasar la otra ala y seguimos por Centenario hasta la plaza de Armas.

¿Cuánto duró la exposición?
Llegamos con los tres aviones a la plaza de San Antonio y estuvimos tres días ahí. El avión más grande era un Cessna 180. La empresa Coca Cola nos hizo una especie de recinto de cholguán que era la novedad del año en ese tiempo. Se trajo una orquesta y se hizo una exposición aérea para darle más brillo al evento. Posteriormente, el lunes hicimos el mismo procedimiento con Carabineros, se despejó la calle y sacamos los aviones subiendo hasta donde estaba la ferretería de don Rosendo Fernández, de ahí vimos que era más fácil despegar saliendo hacia Cartagena.

¿Cómo fue la reacción de la gente?
Era algo que nadie se imaginaba el ver aviones en la plaza de San Antonio. Muchos nunca habían visto un avión desde cerca, entonces los tocaban, era una novedad. Un día que estuvo un director de aeronáutica acá, el señor Huepe, vio la foto y dijo ‘por harto menos que eso habrían ido todos presos’, porque hicimos algo que estaba contravenido por las reglas aeronáuticas, pero en ese tiempo se estaban recién implementando.

¿Se cumplió el objetivo de atraer a la comunidad al club?
Sí, efectivamente, pero lo que pasa es que la gente olvida pronto. Entonces lo que fue un acontecimiento quedó ahí, no se siguió difundiendo más. Con esta entrevista queremos recordar que el club se está actualizando para seguir vigente, porque la gente se acuerda cuando hay vuelos populares, pero después se olvida.

El club aéreo es de San Antonio, pero se ubica en Santo Domingo…
Hay una confusión con eso. Hay gente que dice Club Aéreo San Antonio y es de San Antonio porque es de la provincia. Si hubiera, por ejemplo, una pista en Las Cruces podríamos utilizarla, porque es de la provincia. La pista puede cambiarse, pero el nombre del club es el mismo porque no nos fija un domicilio.

¿En qué año se hicieron por primera vez los vuelos populares?
En año 60 pero fue algo esporádico, con poca propaganda, con la cooperación del Club Aéreo de Carabineros que ya estaba formado y algunos pilotos nuestros se habían formado allá. Lo importante de los vuelos populares que nosotros hacíamos todos los años con el patrocinio de la Federación Aérea hasta hace cuatro años atrás, es que invitábamos hasta a cien niños a volar gratis, para que conocieran su comuna desde el aire y se les entregaba un diploma a cada niño que había volado nombrándolo «Aguilucho del Aire».

Don Jorge, ¿qué siente cuando llegan jóvenes interesados en ser pilotos?
Lo encuentro hermoso y ojalá que mantengan el entusiasmo, desearles buena suerte y que tengan vuelos felices.

Fuente: El Líder San Antonio.